LA TRANSMUTACIÓN DE LA TRAGEDIA
- Gerson Valdivia
- 30 oct 2023
- 2 Min. de lectura
Nos está tocando vivir uno de los episodios más tristes que ha sufrido la humanidad en su historia, el cual nos ha hecho reflexionar en extremo sobre el sentido de la vida, haciéndonos reconocer nuestros excesos y falta de empatía, toda vez que no somos conscientes de nuestra fragilidad como especie. Como decía Homero: “Son los dioses quienes mandan desventuras a los hombres para que las futuras generaciones tengan algo que cantar”, y este ejemplo es sin duda la mayor epopeya jamás escrita, porque no se basa en relatos inventados ni de fantasía: la estamos viviendo. Y así como experimentamos la desgracia colectiva, es natural también que cada uno de nosotros se tenga que alzar en armas en un conflicto contra uno mismo, con nuestras desventuras y demonios atormentadores que convierten este viaje por la vida en una titánica proeza, donde el verdadero enemigo habita en nuestro interior y se alimenta de nuestras experiencias negativas, creciendo raudamente, a menos que nuestro coraje ponga freno a su desarrollo.

Alguien que supo lidiar de manera efectiva contra la fatalidad fue Johann Wolfgang von Goethe, pionero del romanticismo y una de las mentes más brillantes de la historia. Si bien la fama de Goethe radica en su obra cumbre “Fausto” - la cual proviene de una antigua leyenda alemana – sus trabajos también abarcaron el terreno del derecho, la física, la química, la botánica, la zoología, la pintura, la teología y muchas otras disciplinas. Cuando estudiaba Jurisprudencia en Leipzig, a los 19 años, una terrible enfermedad le atacó, obligándole a abandonar la carrera, la cual retomó en 1770 en Estrasburgo. Aunque su tesis fue polémica por tratar de la relación del Estado con la Iglesia, no se amilanó y logró emplearse como abogado en la Cámara Imperial del Sacro Imperio Romano Germánico en Wetzlar. En aquel lugar, durante una fiesta, conocería a Charlotte Buff, de quien quedó profundamente enamorado, pero ella ya se encontraba comprometida. Aunque al inicio ambos entablaron una buena amistad, el rechazo constante de Charlotte a las intenciones del joven Goethe, hicieron que este se terminara alejando de ella, marchándose de Wetzlar sin despedirse. Poco tiempo después, su gran amigo y secretario de la Cámara, Karl Jerusalem, se suicidó de un disparo en la cabeza tras un episodio de desamor similar. Ambas desgracias ahondaron en el devastado espíritu del poeta, quien viéndose sumido en una profunda depresión, decidió transformar aquel sentimiento de desdicha en una forma de escape a sus intenciones autodestructivas, hecho que le llevaría a escribir “Las cuitas del joven Werther”. Esta obra fue la salida que buscaba ante la tragedia que envolvía su vida, el sentimiento trágico se vio reflejado de tal modo que llegó a impactar de sobremanera a todos los que se identificaban con el personaje principal, que no es otro que el mismo Goethe tomando, en la ficción, el sendero que muchos han seguido al verse derrotados.

Las penas son parte de la vida y parte intrínseca del ser humano; a pesar de ello es misión de cada uno saber sortearlas, evitando que se apoderen de nuestro espíritu y nos destruyan; depende de nosotros vencer nuestros tormentos y encontrar la fórmula que logre transmutar el infortunio de la vida en arte.
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