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LA LEYENDA DEL DOCTOR FAUSTO

  • Foto del escritor: Gerson Valdivia
    Gerson Valdivia
  • 4 nov 2023
  • 2 Min. de lectura

Cada ser humano va creando con su vida una leyenda, algunas más sorprendentes que otras, de manera tal que cada acontecimiento, bueno o malo, cada decisión que se toma en momentos cruciales, influye en la imagen que vamos formando de nosotros para la sociedad. Pero también se da el caso de que muchas veces las habladurías se convierten en fuente citable para escribir la biografía de muchos hombres y mujeres, sobreponiéndose incluso a los acontecimientos reales de su existir.


Un personaje que se forjó en base a especulaciones y parlerías fue el Doctor Fausto, fuente inspiradora de varias obras artísticas y de quien vamos a hacer una pequeña remembranza. Johann Georg Faust nació en el poblado alemán de Knittlingen en el año 1491; fue un mago ocultista, astrólogo y alquimista de los denominados “sopladores” de mediana fama durante el renacimiento. Fue discípulo del monje ocultista Johannes Trithemius, quien lo mencionó en varios de sus textos. Se sabe que estudió en la Universidad de Heidelberg y escribió una enorme colección de grimorios. Se decía mucho sobre su mente prodigiosa, algunos contemporáneos suyos relataron que Faust sabía de memoria las obras de Homero, Virgilio y Horacio, además de tener un profundo conocimiento sobre artes ocultas. Pese a ello, su fama también se vio oscurecida por sus múltiples expulsiones de varias ciudades, como en Núremberg, donde fue acusado de inmoral, hechicero y sodomita. Paso un tiempo en Colonia junto al célebre alquimista Cornelius Agripa bajo la protección del obispo de la ciudad. Junto a ello, los rumores de un supuesto pacto con el diablo se fueron acrecentando, los cuales nunca desmintió e incluso procuró avivarlos aún más con sus comentarios que fueron tomados en serio por autoridades religiosas como Martín Lutero. Muchos testigos afirmaron verlo levitar, que poseía el don de la ubicuidad, que tenía poderes hipnóticos y dominaba la xenoglosia. Pero la desgracia le llegó mientras realizaba un experimento alquímico en la ciudad de Staufen en 1540, donde provocó una enorme explosión que acabo con su vida. Cuando los vecinos entraron a ver el laboratorio y encontraron el cadáver mutilado y con una expresión de espanto, surgieron las especulaciones y, dada su mala fama, se concluyó que aquella muerte tan horrible no podía ser sino obra del mismo Satanás, quien habría aparecido para llevarse su alma. Con el paso del tiempo se fueron redactando diversos documentos que detallaban los métodos que Faust había utilizado para contactar al maligno, añadiendo así el adjetivo “fáustico” al convenio que se hacía con los demonios, surgiendo también la imagen de Mefistófeles para la literatura. Es así que aparece en 1587 el libro “Historia von D. Johann Fausten” de Johann Spies, en 1604 la célebre obra teatral de Christopher Marlowe “La trágica historia del doctor Fausto”, en 1832 “Fausto” obra cumbre de Goethe que inspiró las sinfonías de grandes compositores románticos como Liszt, Schumann y Berlioz.

Así como el Doctor Fausto, muchos personajes pintorescos se fueron forjando a través de los mitos que nacían sobre ellos en el ideario popular, de ahí que alguna vez Víctor Hugo escribiera: “Lo que de los hombres se dice, verdadero o falso, ocupa tanto lugar en su destino, y sobre todo en su vida, como lo que hacen”.

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